lunes, 10 de noviembre de 2008

No puedo estar en pié, no puedo caminar. Me choco contra espejos, ya no me encuentro, es todo tan siniestro. Tantas iluciones terminaron por romperse, es tan díficil entenderlo, solo sé que ya no es lo que parece.
Tomar con fuerza una enredadera y florear mi cuello, quizás el mundo no está hecho para tanta fragilidad, la piedra es tan útil, pero me volví de cristal, y no me puedo mantener en pié.
Si por lo menos vieras todo esto dolor, sería tan fácil, mucho más fácil. Pero no, mi vida se parte en dos, los árboles caen sobre mi cabeza y ver las flores morir solo me da ganas de llorar. La lluvia no para y creo que nunca parará.
Atravezando los prismas y gritando, solo esperando que escuches todo lo que en mí se está muriendo ¿Cuánto tiempo durará toda esta ceguera en tu corazón?
Una tarde de mil colores, ya ni eso calma la tempestad. Es extraño, pero es siempre igual, algunos rayos a momentos parecen filtrarse, pero creo que solo soy un papel secundario en medio de toda esta teatralización. Y yo, que tanto me esmeré por conseguir el número principal, terminé siendo no más que un extra en tu impactante filme.
Cuánta sed, cuántas ganas de desaparecer, dormir y nunca despertar. No es una forma sana de vivir, y hoy más que nunca creo imposible remontar ¿Y ahora con qué me vas culpar? ya no queda nada de mí, aliené hasta mi médula, y la vida se llevó lo poco que me quedaba. A veces ni siquiera puedo encontrar mi alma, y solo me queda este cuerpo, que tanto odio y tanto me cuesta llevar. Ya no puedo hayar en mí algo que me haga sonrreír, soy detestable, y el mundo ya no puede mentirme ni un poco más.
Si aprendiera a ser mejor, tal vez solo un poco, quizás así me verías un poco más, pero creo que ya es muy tarde para florecer amapolas en mi triste jardín.
¿Y en dónde voy a encontrar ahora algo o alguien que pueda hacerme sentirme bien? Ya no se puede, ya no queda nada. Es que está en mi, todo esto error, y no te equivocaste al juzgar toda esta pateticidad en mí, y ya nunca nadie más podrá confundirse. No es esto lo que el mundo espera, un lugar tan triste, es tan hermoso, y yo solo soy un minúsculo punto en esta aldea de círculos, tan coloridos, tan hermosos. Todos se ven tan deslumbrantes, todos se ven tan maravillosos. Nadie es imperfecto, sus pieles brillan, sus ojos sonrríen... y yo ya ni puedo competir, ni siquiera algo bueno puedo pedir. Solo queda esconderme para no aberrar a toda esta floración. La vida tan fantástica, un jardín lleno de luciérnagas... ya no queda espacio para rozar si quiera el césped con mies pies. Podría estremecerme de solo imaginarlo, pero ahora ya es un puro hábito. Las noches se alimentan de estrellas que juegan con la luna, y el amor entre los seres que lo inundan, sus mentes se abstraen, y podrían bailar por la eternidad, sí, tan felices, y yo simplemente me siento a contemplar y alguna que otra lágrima derramar. Maldita melancolía ¿Por qué no me hizo la vida más resistente? cruel manera de sufrir, sentir mi sombra entre tanta luz, una primavera en la humanidad, y mientras yo vomitando las ojas secas del peor de los otoños. Tan lejos estás, y yo en la otra punta, enfermándome, desangrándome. No puedo pretender nada, esos paraísos que frecuentás no permiten mi entrada... es tan lógico, solo basta con contemplarme por un simple instante. Ya no puedo retenerte más acá, en este decierto deprimente, solo queda un cactus y kilos de arena ardiendo... y las noches heladas, y los días abrazadores... no, realmente no podría ser tan cruel y pretender retenerte.
Es hora de morir, dormir en soledad. Quisiera desaparecer.

1 comentario:

Joseph dijo...

Me hiciste extrañar el otoño.

Saludos.