jueves, 30 de octubre de 2008

luz


Hoy cuesta menos que ayer. Levantarme, es más fácil, y a lo mejor solo soy yo, aprendiendo a remar entre el jugo de mis neuronas.
Piip piip, suena el despertador, y es tan horrible, Dios, te juro que es tan horrible ese sonido a las seis de la mañana. Ahora lo avanzo quince minutos, y llego un poco más tarde, me ahorro el diálogo mañanero, temprano y sin comida...
Diez vueltas entre mis sábanas, y un debate interno de no acabar, solo algo positivo, clic. Arriba. El ritual de cada Jueves.
El aire ya no es tan frío, será porque las flores tienen que salir, ya es hora, ya era hora. Ya no es de noche, puedo ver principios de sol. Ya era hora, que salga el sol, que el día sea más largo, las nubes ya no son tan densas. Qué raro, y que yo siempre asocié el invierno con lo mejor.
Una suerte inmediata, la vereda vacía, pocos autos y a todo eso mi colectivo. Me cuesta menos extender la mano, me cuesta menos subirme.
Es más fácil pensar, es más fácil saborear. Pesa menos quedarme en casa, me asifixia menos salir.
No sé, quizás a todo mal finalmente llega una solución. Quizás solo dependía de mí. Quizás tanta parnoia solo me terminaría por matar.
Ay, la música. Y por amor al arte podría matarte. Y todo tiene mejor sabor... y parecería que todas mis piezas sueltas se empiezan a acomodar. Nada se pierde en soportar.
Y entre mis manos tiza, entre mis manos colores, entre mis manos pintura, entre mis manos perfume. Solo un dibujo, solo un instante. Coloreando mis cuadernos, hace tiempo que no escribo, hace tiempo que no estallo. Estallar. Como un cristal.
Dibujando con el lado inverso del pincel mil estrellas, un lago. Estrellas de papel, lagos de jugo.
Ya no hace falta compasión, el mundo fluye, se destruye, se vuelve a armar, se destruye, se construye. Estalla. Se une. Partículas cromáticas atravezando mis ojos. Creo que no necesito más mermelada. Supersupersuperterpaéutico.
El aire.
Lluvia, hace tiempo que no estás. No te preocupes, no te llamo, no te busco, así estamos bien, por ahora. Besar tus gotas, rozas tu humedad. Empapándome con tus colores, ya no veo lágrimas en tu caer, será quizás porque estás pensando en no pensar.
Más.
Yo sé que hay cielos dentro de los cielos, estrellas dentro de las estrellas, una infinita reproducción de espejos contra espejos, nos reflejamos, nos repetimos. Morir y nacer. Desaparecer y aparecer. Que nada es dulce si primero no fue amargo, y a lo amargo el azucar, y nada dulce se amarga. No no, somos kiwis, somos naranjas, frutillas. Una fruta sin sabor, siempre madura, jugo ácido de mandarinas. Mandarinas, naranjas, pomelos. Jardines llenos de pasto. Comiendo pasto. Pasto pasto pasto. Plumas de unicornio.

domingo, 19 de octubre de 2008

Koolthing


Corriendo entre las hojas de los libros y las mentiras que se pincelaron en la pared, una desestructuración de piezas y el aire viciado de colores engañosos.
Luces que se transfiguran, y los dedos saliendo de la estufa, me capturan y me arrastran, me atan al suicido, puedo sentir sus manos de color rojo tomándome por la cintura y aprisionándome contra sus hierros y quemándome, pero el laberinto tiene salida, solo pego un salto, y estoy escuchando lo que el agua me está contando.
El cabello se eterniza y hay que morder absolutamente todo, navegando entre todos tu síes, todos tus noes, ya ves, ya vemos, en realidad no queda nada, una repitición continua, un ciclo absurdo, el sol sale y se pone todo el tiempo, ya podría considerarme meteoróloga, sé con exactitud cuándo será la próxima tormenta, y arcoiris cad vez menos... parecería ser que el granizo cada vez duele más, parecería ser que me estoy acostumbrando a la inmutabilidad circunstancial.
Soy como una masa que se desmodela y amolda a las ramas de los árboles, rayos entre nubes y melodías entre soles, sulfato, carbonato, no no.
Qué vamos a pensar, estoy hamacándome a cualquier horario en cualquier lado, y no se puede vivir así, siempre tan perdida, tragándome lo que escupo, una sobredocis de cloroformo en mis uñas, en mi piel.
Ay , las voces, los susurros, creo que estoy rodeada de mil seres, y estoy tan desprotegida, con los pies en el abismo, sintiendo que cuando caiga nadie me atrapará, no me atraparás, no lo vas a ver y no me vas a poder escuchar gritar, aunque hace tiempo que estoy haciéndolo.
Me estoy ahogando, una mano que me presiona los pulmones, una soga que me ata a la eternidad, y estoy probando un nuevo truco para no sentirte más.
Caramelos de consuelos, y procupando mis canales, la fragilidad se esconde en una caja de hierro.
Otra vez me vuelvo a enfermar, demasada actividad para alguien tan diminuto, para alguien tan simple.
Esperando la floración, esperando el fin de la tormenta, hace ya bastante tiempo que estoy pronositcando las inexistentes mejoras, el tiempo corre y todo es igual, nada cambia, solo la fecha, un acto hipócrita que nos alivie por un momento, que nada solucione, parches sobre parches, siempre se rompen, hacen falta soldaduras... ¿Qué puedo hacer? No sé si me esté esforzando, a lo mejor solo me engaño un poco para poder decir que lo intenté, hoy voy a pensar en la paciencia.